miércoles, 17 de junio de 2009

LA ECOLOGÍA PROFUNDA BAJO SOSPECHA

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15/06/2009
Francesc Torralba Roselló
La ecología profunda bajo sospecha


No sólo se considera al hombre como un animal más no diferenciable de otros, sino que han llegado a considerarle un cáncer de la Tierra


Una de las líneas más radicales de ecologismo que se está desarrollando en el mundo es la denominada ecología profunda (deep ecology).

Desde ella, no sólo se considera al hombre como un animal más no diferenciable de otros, sino que, a la vista de los problemas ambientales, que atribuyen a un origen antrópico, han llegado a considerar al hombre un cáncer de la Tierra, y como tal debe ser eliminado o al menos diezmado. Se le considera el responsable último de todos los males que sufre el planeta, de la crisis ecológica en la que estamos metidos y de todas las devastaciones naturales. Se percibe una profunda misantropía en esta línea ecológica hasta tal extremo que uno tiene serias dudas que haya sido elaborada por seres humanos. En el fondo, se exige un cambio radical, un retorno a la naturaleza en su estado puro, a la inocencia del paraíso perdido.

Esta mentalidad diezmadora de la población humana es más antigua que la deep ecology. Nace en el siglo XX con los movimientos antinatalistas, y el ecologismo radical la está utilizando para que en el tercer milenio sea una de las políticas a alcanzar. A través de la defensa de la naturaleza y de la asunción de una segura catástrofe ecológica de tipo apocalíptico, se mantiene la tesis que la transformación industrial y tecnológica del mundo ha sido nefasta y que se debe limitar y contener la expansión del ser humano para el bien del planeta.

Este movimiento, el ecologismo radical llega a más: promueve la sacralización de la Madre Tierra como organismo vivo y la igualdad para todo lo que alberga. Desde esta perspectiva, no existen grados de dignidad ontológica, ética y jurídica. De esta manera, se pretende imponer una nueva ética, que ha queda asumida en la conocida Carta de la Tierra.

Esta corriente de pensamiento defiende que los grandes simios poseen características que creíamos exclusivamente humanas, y, como consecuencia, son iguales a nosotros intelectualmente, psíquicamente, moralmente y jurídicamente. Aseguran que ciertos primates poseen conductas humanas tales como la autoconciencia, la anticipación o el sentido del tiempo, la resolución de problemas, el dolor ante la muerte e incluso el lenguaje propiamente humano aunque no vocalicen. Es decir, defienden que no sólo no existen diferencias morales entre el hombre y ciertos monos, sino que esa ausencia de diferencias morales se basan, a su entender, en la ausencia de diferencias biológicas. Morris denominó una vez al hombre, mono desnudo, y, Diamond, el tercer chimpancé.

El Proyecto Gran Simio, surgido durante la década de los noventa del pasado siglo bajo el eslogan La igualdad más allá de la humanidad, es una propuesta filosófica sobre todo debida a Peter Singer (1999), que ya había emprendido una campaña de liberación animal en la que no se descartaba la lucha activa y que ha quedado recogida en la Declaración de los Grandes Simios porque “a diferencia de otros grupos oprimidos que han alcanzado la igualdad, los chimpancés, los gorilas y los orangutanes no pueden luchar por sí mismos” y, por ello, exige que “la comunidad de los iguales se haga extensiva a todos los grandes simios: chimpancés, gorilas, seres humanos, orangutanes y bonobos.

Es curioso: cuando se ensalzan voces por todo el planeta defendiendo la sacralidad de la vida de cualquier organismo, cuando se les protege hasta el extremo de estar penalizada la ruptura accidental de un huevo, cuando se nos pide que se sacralice también la Madre Tierra y a los elementos minerales que contiene, se desprecia y se desacraliza la vida humana hasta extremos insospechables.