jueves, 29 de octubre de 2009

HYPATIA DE ALEJANDRÍA: ENTRE LA LEYENDA Y LA REALIDAD.

Hypatia de Alejandría: entre la leyenda y la realidad

Andrés Martínez Esteban
Facultad de Teología San Dámaso


FUENTE: analisisdigital

I Parte: La leyenda.

La película de Alejandro Amenábar, Ágora, ha sacado de nuevo a la luz un personaje, Hypatia de Alejandría, que a lo largo de la historia ha sido objeto de interpretaciones controvertidas.

No es fácil conocer quién fue esta filósofa que nació en la segunda mitad del siglo IV y murió, de forma dramática, a principios del siglo V. Las fuentes que nos han llegado son pocas y no siempre libres de interpretaciones subjetivas que han dado lugar a una leyenda en torno a Hypatia.

En los últimos años, quien mejor ha sabido explicar la oscura historia de esta filósofa y los hechos que provocaron su muerte ha sido la profesora de Historia Antigua de la Universidad Jagelónica (Cracovia), Maria Dzielska, en su libro Hypatia of Alexandria, publicado en 1995 y traducido al castellano en el 2004 por la Editorial Siruela. Esta estudiosa ha sabido desentrañar la leyenda sobre Hypatia mediante una exhaustiva crítica de las fuentes, poniendo al descubierto los intereses que se escondían tras la falsificación de la imagen de la filósofa.

En este artículo, dividido en dos partes, vamos a seguir este trabajo para intentar comprender quién fue Hypatia, cuál fue su pensamiento, y los sucesos que rodearon su muerte. En esta primera parte intentaremos descifrar cómo se creó la leyenda sobre la filósofa. Entre paréntesis se citan las páginas del estudio de Maria Dzielska según la traducción española.

El primero en dar noticias sobre Hypatia es Sócrates Escolástico en su Historia Eclesiástica, escrita a mediados del siglo V. Este historiador pondera las virtudes de la filósofa, su sabiduría y popularidad. Habla sobre el asesinato de Hypatia y del grupo que lo cometió, encabezado por un tal Pedro. Sin embargo, no menciona a Cirilo de Alejandría como responsable de estos hechos (p. 32).

Sí lo hace, en cambio, Damascio en su Vida de Isidoro. El asesinato de Hypatia habría sido consecuencia de la ambición personal del Patriarca de Alejandría. Esta versión será ampliamente explotada por aquellos que, siglos más tarde, querrán desprestigiar al cristianismo (p. 33).

Damascio sitúa la muerte de Hypatia en un contexto religioso, ya que presenta al obispo Cirilo como “jefe del partido opuesto”. Esto llevó a algunos historiadores posteriores a interpretar la muerte de la filósofa como una lucha por la defensa de opiniones teológicas diversas. Así, según el arriano Filostorgio, los asesinos de Hypatia habrían sido cristianos del credo niceno; e Hypatia sería una seguidora de Arrio. Otros vinculan su muerte con las disputas entre Cirilo y Nestorio sobre las dos naturalezas de Cristo y la maternidad divina de María. Unos y otros presentan a la filósofa alejandrina como una cristiana heterodoxa (pp. 35-36).

La historia de Hypatia quedaría en el olvido hasta la época moderna. La rescató César Baronio en sus Annales Ecclesiasticis. Aquí dice de ella que “hizo tales progresos en el saber que superó con mucho a todos los filósofos de su tiempo…”, y asocia la muerte de Hypatia a la Iglesia alejandrina (p. 38).

Sin embargo, será en el siglo XVIII, en plena Ilustración, cuando la historia de Hypatia se convierta en una leyenda, cuyo objeto es presentar el cristianismo como una religión intolerante, enemiga de la razón.

El primero en dar este paso fue John Toland. En 1720 escribe una historia sobre la filósofa que, según él, encarnó la belleza y el saber. Quienes asesinaron a Hypatia cometieron un sacrilegio (pp. 15-16). Pero fue Voltaire quien explotó esta leyenda para mostrar la supremacía de la razón frente al cristianismo. Según el filósofo, “Hypatia es asesinada porque cree en los dioses helenos, las leyes de la naturaleza racional y la capacidad de la mente humana liberada de dogmas impuestos” (pp. 16-17).

Esta misma opinión la recoge Edward Gibbon en Historia de la decadencia y caída del Imperio romano. Aquí no sólo atribuye a Cirilo de Alejandría la muerte de Hypatia, sino que utiliza la leyenda de la filósofa para demostrar que al afianzarse el cristianismo, la cultura clásica fue destruida. Contrapone las dos culturas: la antigua y clásica, representada por la razón y la espiritualidad (Hypatia); y la cristiana, dogmática y brutal (Cirilo), (pp. 17-18).

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, los estudios adquieren tintes románticos y neohelenísticos. Describen la muerte de la filósofa de forma dramática y acusan a Cirilo como responsable principal (pp. 39-40).

Y en los años ochenta del siglo pasado se presentó una imagen feminista de Hypatia. Su muerte representa la suerte que sufrirían las mujeres durante el cristianismo: la destrucción de la libertad de pensamiento y el sometimiento de la mujer a un papel sumiso a los hombres (p. 31).

Según todas estas corrientes, Hypatia fue una víctima inocente de una religión intolerante y fanática. Aquella que representa “el espíritu de Platón y el cuerpo de Afrodita” fue cruelmente asesinada por unos bárbaros dispuestos a destruir las tradiciones antiguas (pp. 20-22). Así, la filósofa alejandrina se ha convertido en símbolo de la razón y la libertad (p. 113).

Ahora bien, ¿fue realmente así? ¿Quién es Hypatia? ¿Cómo fue su relación con el cristianismo? ¿Cuál fue la causa de su muerte y quién estuvo detrás? ¿Fue una lucha entre fe y razón; ciencia y religión?

II Parte: La realidad.


Terminamos el artículo anterior, sobre la leyenda formada entorno a Hypatia, haciéndonos algunas preguntas: ¿Quién fue Hypatia? ¿Cómo fue su relación con el cristianismo? ¿Cuál fue la causa de su muerte y quién estuvo detrás? ¿Fue una lucha entre fe y razón; ciencia y religión?

Podemos conocer algo sobre la filosofa alejandrina gracias a la correspondencia que uno de sus más fieles discípulos, el obispo Sinesio de Cirene, mantuvo con los miembros de la escuela de Hypatia y con la misma filósofa. En este caso, también ha sido la profesora Maria Dzielska, quien ha estudiado estas cartas para intentar darnos una visión más objetiva sobre los hechos que rodearon la muerte de la filósofa. Como ya hicimos en el artículo anterior, entre paréntesis indico las páginas del libro de la profesora Dzielska, Hipatia de Alejandría, (Ediciones Siruela. Madrid, 42009).

Las cartas de Sinesio nos muestra que alrededor de Hypatia se había formado un grupo de discípulos, una especie de élite intelectual, compuesta, generalmente, por hijos de familias influyentes de Alejandría. Entre estos había cristianos y paganos. Según los datos de la época, no era extraño que algunos paganos asistieran a escuelas cristianas; y que cristianos, incluso aquellos que se preparaban para el sacerdocio, acudieran a escuelas paganas (p. 55).

Como muy bien ha mostrado la profesora Dzielska, Hypatia no era una devota del paganismo. En su escuela no hay referencias a cultos y rituales paganos, sacrificios o magia. Según cuenta Sinesio, en las clases de la filósofa alejandrina se recitaban oraciones y se cantaban himnos sagrados con la intención de mantenerse en presencia de Dios y llegar a la perfección espiritual (p. 77).

¿Qué nos indica esto? En primer lugar que, frente a la leyenda, en Hypatia no podemos encontrar una lucha entre fe y razón, entre culto pagano y culto cristiano. En segundo lugar, Hypatia, fiel seguidora del platonismo tardío, considera la filosofía como un camino hacia Dios.

“Alza lo que hay de divino en tu interior hasta el primogénito divino”, estas palabras del filósofo Plotino, dichas en su lecho de muerte, marcan el camino que sigue el filósofo neoplatónico y la meta hacia la que Hypatia llevará a sus discípulos: “Darse enteramente a las cosas superiores y por completo a la contemplación de la Realidad y del origen de las cosas mortales”. Por este camino, el filosofo alcanzaría la vida verdadera, que está totalmente subordinada a la sabiduría divina, la cual es necesario pedir a Dios (pp. 61-63).

Esto exige al filósofo, y así lo pedía Hypatia a sus discípulos, ser indiferente a las cosas materiales. Una de las consecuencias de esto era llevar una vida virginal. La filósofa alejandrina, en coherencia con su pensamiento, vivirá así hasta su muerte. Con esto quería mostrar “con el ejemplo que el místico logra la libertad humillándose ante Dios y fundiéndose con él, no mediante la satisfacción de sus necesidades naturales” (p. 67).

¿Cuál era la opinión que se tenía de Hypatia en su época? Según las cartas de Sinesio, Hypatia “era estimada por la élite gobernante, bien dispuesta hacia los cristianos, indiferente a los cultos paganos, neutral en las luchas y altercados religiosos…” (pp. 59-60). Entonces, si esto fue así, ¿cuál fue la causa de su muerte?

Entramos así en la cuestión más delicada de la historia de esta filósofa, y en el argumento más recurrente para aquellos que buscan una acusación contra el cristianismo.

Hypatia nace alrededor del 355 d. C., y muere, con 60 años, en el 415. Su actividad académica la desarrolla primero bajo el episcopado de Teófilo de Alejandría. Las fuentes nos dicen que tenía buena relación con él; goza de ‘libertad de pensamiento y enseñanza’ y de la tolerancia de la jerarquía eclesiástica (p. 97).

A Teófilo lo sucede como obispo su sobrino Cirilo, en el año 412. En los primeros años de episcopado, su labor se centrará, no en la lucha contra el paganismo, sino en derrotar a los herejes y judíos. Sin embargo, será un enfrentamiento con el prefecto Orestes, cristiano y seguidor de Hypatia, lo que dará lugar al asesinato de la filósofa. Uno y otro se disputaran el poder sobre Alejandría, lo que provocará que ambos acudan al emperador y busquen apoyos entre los personajes más influyentes de la ciudad. La filósofa y un grupo de notables cristianos se pondrán de parte del prefecto (pp. 97-100).

Así las cosas, algunos partidarios de Cirilo comienzan a propagar acusaciones contra Hypatia. La presentan como una mujer orgullosa; desinteresada por el pueblo y elitista; propagadora de la magia negra. Afirman que es una bruja que “seduce a muchas personas mediante sus artes satánicas” (p. 104).

Estos rumores fueron adquiriendo cada vez más fuerza entre algunos cristianos, lo que les llevó a idear un plan para acabar con la filósofa. Según las fuentes, fue un tal Pedro, posiblemente un clérigo con órdenes menores, quien dirigió al grupo que sacó a Hypatia del carruaje, cuando paseaba por la ciudad, la llevaron a la iglesia del Cesarión y allí la asesinaron (pp. 105-106).

¿Tuvo algo que ver el obispo Cirilo en todo esto? Las fuentes no lo dicen. Cirilo ni es acusado ni es exculpado por lo sucedido. Ahora bien, todo esto ¿fue una lucha del cristianismo contra el paganismo? ¿Una guerra de la religión contra la filosofía? Todos los datos demuestran que no. Como escribe la profesora Dzielska: “Se trata de un asesinato político provocado por conflictos que vienen de antiguo” (p. 116).

Hypatia gozó de las simpatías de paganos y cristianos. Mediante la filosofía ayudó a estos “a alcanzar la integridad espiritual y religiosa” (p. 117). Su muerte no fue el fin de la filosofía platónica, ni de los cultos paganos, que se desarrollaron en Alejandría hasta la invasión árabe, en el siglo VII.

Detrás del asesinato de Hypatia no estuvo la Iglesia. Fue un grupo de cristianos, más de nombre que de hecho, movidos por intereses políticos. Creo que es importante reconocer esto. No significa justificar, pero sí hacer justicia y conocer la verdad.

Al finalizar este artículo, viene a mi memoria el acto celebrado por Juan Pablo II en marzo del año 2000, en la Basílica de San Pedro. El Papa quiso hacer un acto de “purificación de la memoria”. Entonces, Juan Pablo II dijo: “Nunca más contradicciones con la caridad en el servicio de la verdad; nunca más gestos contra la comunión de la Iglesia; nunca más ofensas contra cualquier pueblo; nunca más recursos a la lógica de la violencia; nunca más discriminaciones, exclusiones, opresiones, desprecio de los pobres y de los últimos” [En “Desde la fe”: Alfa y Omega 204 (16 marzo 2000)].